Diversos expertos han señalado posibles afectaciones ambientales, urbanas y culturales derivadas del proyecto de ampliación del puerto de Manzanillo.
Para atender estos riesgos, la diputada local Betzaida Pinzón Carreño presentó varias medidas concretas. Una de las principales es dividir las áreas de contención en sectores o “vasos”, lo que permitiría mantener el flujo natural de las corrientes marinas, reducir residuos y mejorar la calidad del agua.
También se propone reforzar la regulación y el monitoreo ambiental de la obra, ante los reportes de vecinos que han detectado olores a aceite y químicos en comunidades cercanas.
La preservación del sitio arqueológico Isla de los Cocodrilos es otro punto crítico: se busca evitar daños que serían irreversibles y afectarían la memoria histórica y cultural de la región.
Se ha recomendado tomar como referencia modelos internacionales, como el puerto de Singapur, donde la industria y el turismo operan bajo criterios de sostenibilidad y protección ambiental.
En conjunto, estas acciones buscan minimizar los impactos negativos de la ampliación del puerto sobre el entorno natural, cultural y social de Manzanillo.
    			
							


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