Colima enfrenta una caída crítica en la producción de coco: hasta el 40 % de la cosecha se ha perdido debido al avance del picudo negro, un escarabajo que ha invadido plantaciones y secado miles de palmas en el estado.
La plaga ha provocado una reducción significativa en la superficie sembrada, que pasó de 15 mil a solo 10 mil hectáreas en los últimos tres años. Aunque el estado aún se mantiene como el segundo productor nacional, la disminución del volumen impacta directamente en la economía rural y el mercado de exportación.
En municipios como Tecomán, Manzanillo y Armería, ya se reportan afectaciones laborales por el cierre temporal de peladeros y centros de acopio. La caída en la producción también ha encarecido el fruto, dificultando su procesamiento y comercialización, tanto a nivel local como internacional.
El coco es un producto con alto valor agregado: su agua, carne, aceite y cáscara son aprovechados en diversas industrias, desde la cosmética hasta la alimentaria. De acuerdo con estimaciones oficiales, más de 3 mil familias dependen de esta actividad en Colima, que genera ingresos anuales superiores a los 100 millones de pesos.
Para contener el avance del escarabajo, autoridades y productores han comenzado a implementar acciones como trampas con plátano fermentado y agua jabonosa, así como aplicaciones químicas selectivas. Estas medidas buscan frenar el daño en zonas productivas que aún no han sido invadidas.
El plan a mediano plazo contempla la replantación con variedades resistentes como el coco enano verde, capaz de producir frutos en menos de tres años. Sin embargo, los productores advierten que sin apoyos técnicos y financiamiento, será difícil mantener viva una actividad que por generaciones ha sido sustento de cientos de familias colimenses.
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